Por Juan Camilo Botero, Sintonía de Vida
Cualquier viaje comienza con un sueño que, lenta y calmadamente, y con un poco de determinación, una milla de confianza y un lustro de creatividad, se va materializando y fluyendo por cada célula, cada fibra, cada nervio, para demostrarnos que todo es posible si así lo desea nuestro corazón y le otorgamos una total sintonía, una energía vital de cariño, de confianza y de amor.
Me enfrentaba a un camino largo y lleno de sorpresas… ¿quieren saber a dónde me dirigía? ¿Les interesa conocer cómo comenzó esta travesía?
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Empecemos por el principio. Cuando tenía 20 años, y el día era reemplazado por una noche misteriosa, iluminada por un faro redondo, escuchaba las historias de mi padre, un hombre al que el tiempo le había enseñado a valorar cada día a la vez. El relato que más me fascinaba era su recorrido por el río Amazonas y el arribo a Manaos, o en lengua nativa, «Madre de los dioses«, luego de un recorrido de más de siete días en barco. Imaginaba un lugar mágico, cargado de fantasías y entelequias, de árboles gigantes y animales fascinantes.
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Me contaba sobre sus manjares y jugos que, como pócimas curativas, sanaban cualquier angustia o estrés como el copoazú, el arazá y el camu-camu. Una sonrisa se esbozaba en su rostro y me irradiaba una inmensa tranquilidad. También platicábamos sobre plantas majestuosas que podían soportar el peso del destino y llegar a vencer a la incertidumbre, toda una victoria en aquellas tierras donde el exterior se enfrentaba sin tregua contra los avatares del corazón, disfrutando de una verdadera coherencia cardíaca.
¿En qué consiste la coherencia cardíaca?
En nuestro universo de emociones y sentimientos, nuestro corazón piensa, siente y decide; tiene su pequeño cerebro como diría el doctor Armour en 1991. Este es un sistema de información único, además de ser una bomba eficaz para llevar oxígeno a todo nuestro organismo.
El cerebro-corazón está compuesto por 40 mil neuronas y se comunica con el cerebro por medio de neurotransmisores, de hormonas, del sistema nervioso y por campos electromagnéticos que responden a un universo de múltiples emociones que regulan las reacciones fisiológicas de nuestro cuerpo.
El nervio vago transporta información desde el corazón a otros órganos y al cerebro.
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Esta información se puede medir por la variabilidad del ritmo cardíaco. Al estar en calma, con emociones de optimismo, de alegría, de satisfacción, de compasión, de seguridad y de tranquilidad, la variabilidad cardíaca está en armonía, en equilibrio y en coherencia al entrar en acción el sistema nervioso parasimpático, creando un ambiente de sintonía entre el exterior y el interior. El corazón nos brinda claridad y por ende el cerebro eficacia, mejorando nuestros sistemas circulatorio, respiratorio y digestivo.
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Cuando sentimos estrés, rabia, angustia, ira, frustración y ansiedad, la variabilidad cardíaca es caótica y desordenada por la actuación del sistema nervioso simpático y la liberación de la adrenalina y del cortisol.
Un patrón de ritmo cardíaco coherente nos informa de un equilibrio entre el sistema simpático y parasimpático, creando un estado de coherencia cardíaca y emocional, con la desaceleración cardíaca que será muy beneficiosa para la regulación del afecto, el mejoramiento de la atención, la atenuación del estrés y un mayor desempeño cognitivo real, como se evidenció en el estudio realizado por Ginsberg y colaboradores.
«Cuídate el corazón, te estás pudriendo vivo»
De un momento a otro las circunstancias cambiaron. Una mañana fría y monótona, las Moiras apagaban la existencia de mi progenitor.
Mi corazón entró en una vorágine de sentimientos y una ráfaga de viento helado golpeó mi corazón, con un ritmo galopante y despiadado. Recordaba la frase de aquellos años de soledad donde el personaje dice: «Cuídate el corazón, te estás pudriendo vivo»
Todo entró en una confusión y de forma automática mi mano como un imán se dirigió al centro de mi pecho, sentía la fuerza y el impulso del dolor y una decisión apareció en la pizarra de mi mente: Tenia que viajar a mi centro, a mi corazón para encontrar el bienestar olvidado, el caos incesante, la desconexión con mi esencia vital y volver a fortalecerme para enfrentar los desafíos del destino. Mi misión era partir, partir a lo alto ,partir, a lo más alto para despertar de un sueño profundo y fluir nuevamente.
Me senté cómodamente, con mis brazos apoyados en mis piernas. Cerré mis ojos, respiré profundamente, el aire entraba por mis fosas nasales relajadamente y al exhalar el pecho se relajaba más y más. Luego fijé la atención en el pecho y, con gentileza y amabilidad, imaginé que la respiración entraba y salía a través del corazón como un rayo de luz blanca. Recordé de nuevo a mi padre con sus enseñanzas, sus historias, sus palabras sabias, sus silencios. Continuaba respirando lenta y saludablemente. El dolor se disipó, la sonrisa de Toto, como lo llamábamos de cariño, regresó a su rostro. Realicé una respiración diferente y regresé a donde comenzó este recorrido.
¿Cómo fomentar la coherencia cardíaca?
- Para fomentar la coherencia cardíaca podemos realizar ejercicio de forma habitual, aprender técnicas de mindfulness para regresar al momento presente y evitar estar en modo automático de forma recurrente, volviendo a conectar con nuestro corazón.
- También son utilizadas las técnicas de biofeedback, como terapias de autoregulación para controlar las funciones fisiológicas de la persona y mejorar situaciones físicas y mentales al optimizar el funcionamiento del sistema nervioso autónomo.
En la pared de color azul oscuro, una foto exhibía un río caudaloso, cuatro amigos abrazados con sombreros holgados, botas machitas, ropa fresca para protegerse de la humedad y una deslumbrante alegría en los rostros de aquellos viajeros que habían recorrido antes 40 mil leguas para encontrar entre fronteras, ríos, frutas exuberantes y experiencias idílicas una razón para continuar viviendo, y recordé las palabras de Lima. Quintana: «La muerte no puede robar la vida, porque la vida… es una antorcha que va de mano en mano».
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