Por Juan Camilo Botero, Sintonía de Vida
El tren se detiene, es un ferroviario que ha funcionado por tiempos inmemorables. La estación donde estoy es un lugar muy diferente a todas por las que en general nos movilizamos. Es cierto que cada terminal tiene unas características muy particulares, sin embargo, la historia que les contaré es diferente. Puede que me tilden de alienado, pero les aseguro que si expanden su mente lograrán entenderme y, por qué no, ser partícipes de una realidad paralela. Por el parlante estereofónico suena una melodía de Robert Miles, en la que las teclas de un piano marcan el compás para comenzar una experiencia de gran sabiduría y entender qué sucede en cada ser humano entre su entorno y su salud: ¿qué es la epigenética?
El ferrocarril es muy especial y puede ir hacia adelante y atrás en el tiempo. Es como si un gusano quisiera llegar lo más rápido posible al lado opuesto de una pera, entonces la perfora y la atraviesa de forma recta. Pero se estarán preguntando, ¿qué tiene que ver esto con el viaje en tren y la epigenética? Se los explicaré.
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En el centro de un agujero negro se absorbe la luz, alcanzando la singularidad, que es el punto donde toda la materia se comprime provocando una densidad infinita. A su vez hay un agujero blanco que expulsa todo y se convierte en un puente para ir a otro lugar entre el espacio y el tiempo. ¿Complejo? No, vamos despacio y como decía Forrest Gump: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes el que te va a tocar». Así es. Este viaje estaba por comenzar y no sabía qué sucedería.
Profundicemos en la epigenética
Cuando hablamos de epigenética nos referimos al estudio de cómo un gen, que tiene una secuencia de ADN, guarda instrucciones para producir proteínas y, según el entorno, estos se puedan o no expresar.
Piensa en un árbol de Navidad en el que algunas luces se encienden y otras se apagan, llevando a la producción de proteínas o de algunas funciones que son importantes para afrontar el ambiente actual según nuestro estilo de vida. Imagina que una mujer tiene gemelos idénticos, con igual carga genética. Dos familias que no se conocen adoptan a dos pequeños niños que llamaremos Carlos y Felipe.
El ambiente de Carlos es tóxico, cargado de dolor y angustia, con una pésima alimentación; la familia de Felipe es serena, flexible, vive en el campo, en armonía, y hace ejercicio. Les pregunto, ¿quién creen que se puede enfermar más fácil? Sí, en efecto Carlos puede llevar a presentar múltiples enfermedades por su contexto familiar y social. Esto es lo que llamamos epigenética, el entorno el que enciende y activa el gen para crear enfermedades que, sin variar la secuencia del ADN del gen, sí puede modificar la expresión.
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Como vemos, depende de nuestros hábitos, emociones, pensamientos y creencias, y de cómo nos hablamos, vivimos, percibimos el mundo lo que que puede apagar o encender los genes para llevar a un ambiente interno caótico y a la génesis de patologías como la diabetes, el aumento de tumores, la obesidad, las enfermedades mentales y las patologías autoinmunes. ¡Impresionante, no les parece!
Podríamos decir que la genética propone y la epigenética dispone, como lo demuestra el artículo de Giacomo Cavalli y colaboradores. El ambiente externo e interno afecta las señales de los genes para tener unas instrucciones favorables que crear un entorno sano o, por lo contrario, un medio hostil, cargado de afecciones. Hemos cambiado nuestra forma de pensar y al principio se aseguraba que el código genético permanecía rígido hasta la muerte, hoy todo ha cambiado y con un pensamiento mas flexible llega la epigenética y nos muestra otra cara muy diferente
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Ya estoy en mi silla negra, muy cómodo con un cajón hermético para guardar mi equipaje. A mi lado está una señora que denota algunos años, con su pelo negro carbón y una mirada que se pierde en el horizonte de hollín. Mi viaje es muy preciso, volver al pasado hacia recuerdos que me lastimaron y generaron sufrimiento, llevando a cambios en mis genes y enfermedades que podrían ser modificadas.
Me relajo en mi asiento. El tren comienza a llevarme a recuerdos de otros tiempos y gana rapidez. Por la ventana veo pasar eventos de ayer, luego del antier, de hace cinco años, ahora de hace diez. Luego el tren disminuye la velocidad y las imágenes son muy claras. Se siente el ruido de los frenos. Acaba de llegar a una nueva estación.
¿Podemos programar nuestros genes?
¡¡¡Claro que sí!!! A continuación te explico cómo hacerlo:
- Si creamos pensamientos flexibles, con emociones adaptativas y conductas reflexivas, los genes pueden activarse para generar bienestar y estar en sintonía con el ambiente que lo rodea.
- Una alimentación saludable con vegetales, frutas, probióticos y baja en grasas saturadas y azúcares refinados activa los genes para prevenir enfermedades cardiometabólicas.
- El ejercicio activa nuestros genes para mejorar la calidad de vida, bloquea sustancias como el cortisol y aumenta las endorfinas
- La meditación es muy beneficiosa para activar genes y producir telomerasa, una enzima que evitar el daño de los cromosomas y el acortamiento de los telómeros, que de una manera sencilla será útil para prevenir la muerte celular.
No fue necesario bajarme del tren. Todo fue claro, el sufrimiento es opcional. Mis recuerdos del pasado no tenían que escribir el libro de mi vida. Estar en el pasado es convivir con la melancolía. Cada situación vivida nos regala herramientas para ser valientes y resilientes. El tren lento partió, fue ganando velocidad y de nuevo regrese al ahora que es un regalo, es un presente.
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