Por Juan Camilo Botero, Sintonía de Vida

Una canción suena en el radiófono de color café oscuro que Mariela compró en su último viaje a Londres. La melodía que retumba es Cardiac Arrest con un mensaje muy claro sobre un hombre adicto al trabajo, quien sufre un ataque cardíaco por su sobrecarga laboral.

Mariela, al cumplir treinta años, viajó 8.513 kilómetros de una ciudad suramericana hasta llegar a Londres. Llevaba en su maleta poca ropa, poco dinero, muchas ilusiones y un libro escrito por la neuróloga irlandesa Suzanne O´Sullivan: todo está en tu cabeza, en el que hace un repaso a las enfermedades psicosomáticas y explica que en un tercio de sus pacientes la causa es emocional y no física.

Las enfermedades psicosomáticas existen y está demostrada que su prevalencia oscila entre un 15 % al 30 % en la población. Es claro que hay una interacción real entre la mente y el cuerpo. Nuestros pensamientos, emociones y sentimientos nos afectan directamente y pueden llevar a  padecer síntomas físicos reales.

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Las personas que cursan con enfermedades psicosomáticas manifiestan uno o varios síntomas que no son secundarios a una patología específica, y luego de una exhaustiva revisión no se encuentra una causa orgánica, por lo que recorren múltiples profesionales de la salud sin encontrar una razón médica que pueda explicar sus males.

Hasta el momento, diferentes estudios han demostrado que los siguientes mecanismos tales como hiperactividad de los impulsos cerebrales, compromiso de la plasticidad cerebral, aumento del cortisol y elevación de la adrenalina son claves en el origen de las enfermedades psicosomáticas.

Se acerca lentamente, respira profundamente, apaga el radiófono y el timbre suena dos veces. Mariela abre la puerta y permite la entrada a su gran amigo Nauj, a quien conocía desde la infancia.

Conversan sobre una nota periodística que coincide con lo que estaba escuchando. Una mujer joven se realizó diversos estudios médicos por pensar que tenía una enfermedad cardíaca mortal al presentar un leve dolor y lo relacionó con un trastorno que tuvo su padre estando joven, y Nauj trajo a colación el caso de dos mujeres que habían fallecido por ansiedad severa en la Ciudad de México luego de un temblor de magnitud 6,4, el 23 de septiembre del 2017.

Sigue sonando el radiófono y se comienza a mencionar la relación que hay entre la depresión, la ansiedad y las enfermedades cardíacas por un marcado aumento de adrenalina y procesos inflamatorios reportados en estudios previos.

Las enfermedades psicosomáticas afectan a cualquier sistema u órgano. Vivimos en situaciones de incertidumbre, volátiles y complejas, que activan el sistema de alerta de forma permanente y nos llevan a tener una percepción de amenaza continua de situaciones como la desvinculación laboral, una separación, la muerte de un ser querido o la enfermedad de alguien cercano. Lo anterior puede conducir a estrés crónico con un impacto letal en la salud mental y física de las personas.

Manifestaciones de las enfermedades psicosomáticas

  • Colon irritable
  • Gastritis
  • Taquicardia
  • Hipertensión arterial
  • Asma bronquial
  • Urticaria
  • Acné
  • Diabetes
  • Caída de pelo
  • Migraña
  • Problemas del habla
  • Dolores musculares y articulares
  • Fatiga crónica

En un estudio publicado en el 2013, la psicóloga Priscilla Vargas observó que los síntomas más frecuentes ocasionados por factores psicosomáticos fueron la taquicardia, mareos, naúseas, dolores corporales difusos y dificultad para tragar.

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Las enfermedades psicosomáticas se abordan al comprender y entender los síntomas físicos y profundizar en los problemas de base por medio de un diálogo sincero , compasivo ,sin juicios y  sin discriminación. Brindar una atención integral, sin etiquetas, con explicaciones claras y sencillas.

Las terapias en grupo, la terapia cognitivo-conductual, las terapias de relajación, gestionar las emociones por medio de la inteligencia emocional y ralentizar los pensamientos negativos pueden ayudar a mejorar nuestra salud y al final estar bien con nosotros mismos. 

Mariela se despidió de Nauj. Se sentó plácidamente en su silla y miró a un punto fijo en la pared donde una imagen del Big-Ben marcaba las once de la noche.