Por Juan Camilo Botero, Sintonía de Vida
El avión A340-600 aterrizó como de costumbre en el aeropuerto de un lugar paradisíaco donde el clima invitaba a la calma, la serenidad y a la tranquilidad, rodeado de una frondosa naturaleza de aves del paraíso, palmeras gigantes, heliconias multicolores y orquídeas que con sus formas delicadas seducían a contemplar una visión atrapante.
El océano, a lo lejos, nos enseñaba lo pequeños que en ciertas circunstancias podíamos ser, pero a la vez grandes en nuestro mundo interno si así lo reconocemos. El agua de aquella inmensa masa de agua era de siete colores, impresionante, majestuoso; su energía era infinita.
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A la salida del aeródromo, por los parlantes se escuchaba la canción del cantautor Joan Manuel Serrat con esta su estrofa: “cerca del mar, porque yo nací en el mediterráneo”.
Todo estaba planeado para disfrutar una semana de aparente descanso, sin embargo, nadie sabía qué ocurriría y mucho menos qué había motivado a nuestro protagonista a iniciar esta aventura.
Sertse llevaba un trabajo rutinario, monótono. Su grupo, en lugar de fomentar la cooperación, fortalecía la competencia, era un ambiente tóxico y rígido. Su mente y su cuerpo se estaban desconectando de su propósito de vida, de sus sueños, de su razón de vivir.
Hacía dos años sentía que la motivación se desvanecía, su diálogo interno era caótico, las noches se transformaron en una ardua batalla contra la almohada y el reloj de pared. En su mente una niebla cubría toda su creatividad, su autoestima se iba a pique por la percepción de fallar, su cuerpo recibía llamados como un golpe en su cabeza: una llama en su estómago, un pellizco en el músculo, un golpe más le quitaba el aire. Sertse presentaba la enfermedad del siglo actual que lentamente le estaba absorbiendo toda su esencia: estrés crónico.
¿Qué nos pasa?
El estrés crónico es el resultado de una exposición, sea un evento interno o externo, que supera nuestra respuesta de adaptación y genera una serie de reacciones fisiológicas y mentales.
La palabra estrés hace referencia a esa presión que se ejerce sobre un objeto, provocando tensión y llevándolo a una serie de respuestas adaptativas que en principio puede ser algo beneficioso para potenciar una activación física y mental, y reaccionar ante los cambios y amenazas de una manera positiva, por lo que la parte luminosa del estrés lo hemos llamado el eustrés, el cual fomenta la productividad y ayuda a tomar decisiones y responder situaciones desafiante, y nos impulsa a despertar todos nuestros recursos para afrontar la adversidad del tren de la vida.
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El distrés, por su parte, es el lado oscuro del estrés crónico, cuando al no manejar las adversidades y avatares de la vida con dinamismo y conciencia se va produciendo un desequilibrio, una sensación de alarma permanente que ocasiona un aumento de las hormonas del estrés como una respuesta para la sobrevivencia.
Sin embargo, en ese escenario, al no gestionar los problemas habituales, inicialmente se aumenta el cortisol con la consecuente disfunción del sistema inmune, como se evidencia en este estudio de J Med Life, con la génesis de los problemas cardiovasculares, cuando se tensionan los músculos, cambia el peso corporal y se modifican los niveles de azúcar.
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Rápidamente su prima, la adrenalina, se libera en las glándulas suprarrenales y al liberarse al torrente sanguíneo se aumentan la frecuencia cardíaca y la producción de glucosa, se acelera la respiración y se detiene la digestión parcialmente preparando al organismo para luchar o para huir. Si la situación estresante se perpetúa, el organismo entra en un estado de gasto energético severo al incrementarse la demanda constante de oxígeno con consecuencias como la fatiga crónica, el insomnio, la migraña, dolor muscular, la reducción de nuestra productividad y el compromiso de los entornos laboral, social y familiar.
El estrés crónico es un conductor que nos puede llevar a padecer enfermedades psicosomáticas y, mucho más grave, afectar la corteza prefrontal y el hipocampo, donde se dan los procesos de toma de decisiones y de memoria en el cerebro.
Sertse estaba colapsado, cansado, fatigado. Durmió diez minutos en una cama cubierta con un edredón bordado finamente con figuras de guacamayas. Se levantó rápidamente y llevó en su mano una libreta pequeña, su marcador amarillo y su libro debajo del brazo derecho escrito por Kankyo Tannier: La magia del silencio.
Se sentó automáticamente en la silla de color verde pera y se dirigió a la pileta para calmar el calor que lo quemaba por fuera y también en sus entrañas. Su mente estaba dispersa, ida. Se lanzó fuertemente a la piscina y un sólido golpe se sintió en el rostro de aquel que estaba desconectado de su propia vida. No se preocupen, no fue algo fatal, sin embargo fue un aviso para tomar decisiones y mejorar su bienestar mental y físico.
¿Qué podemos hacer frente al estrés crónico?
- Tener una vinculación desde un ángulo asertivo y compasivo es el primer paso para entender el mundo interno de aquel que padece estrés, donde sus pensamientos, emociones y comportamientos están fuera de control y al poder reconocer los agentes estresores se puede llevar a una gestión personal, conduciendo a cambios profundos.
- Se fortalece el ejercicio como una herramienta para generar bienestar, disminuir el cortisol y aumentar las endorfinas.
- La alimentación es fundamental para lograr un equilibrio de los macro y micronutrientes, lo que evita una disbiosis de la flora intestinal con alteración de nuestro segundo cerebro y la posibilidad de empeorar los estados de estrés. Se recomienda una alimentación rica en frutas, fibra y verduras, y evitar grasas saturadas y azúcares refinados.
- El sueño es importantísimo para la recuperación cerebral y es un momento para regenerar nuestra conexión mente-cuerpo.
- La relajación y las técnicas de meditación nos ayudan a disminuir las hormonas del estrés al activar el sistema nervioso parasimpático y continuar un proceso de equilibrio.
- La psicoterapia por medio de las técnicas cognitivas-conductuales es una herramienta poderosa para cambiar creencias que nos limitan los momentos gratos que tiene la vida.
Sertse modificó su percepción de la realidad, reconoció sus pensamientos basura e irracionales para modificarlos, comenzó a respirar, aprendió técnicas de relajación, afrontó la situación en su ambiente laboral solucionando cada desafío, colocando límites, diciendo NO. Al regresar a su habitación, en el televisor de la habitación proyectaban una película de 1999, Matrix, y él se dio cuenta de que como Neo, estaba de nuevo conectado con su esencia.
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