Por Isabel Chaverra y Juan Camilo Botero, Sintonía de Vida
Tata, como le decía su abuela, era una mujer esbelta de 50 años, con ojos del color del cielo y un frondoso cabello que tenía el brillo dorado de un desierto etéreo.
Estaba en su silla de madera de arce, tomando una taza de té negro, leyendo su libro preferido escrito por Mariano Sigman, en el que el tema principal es la clave secreta de la mente, escuchando la sinfonía heroica número 3 de Beethoven, y dejando volar sus pensamientos recordó como en el pasado, con esfuerzo y dedicación, estudió medicina, especializándose en cardiología, reforzando sus estudios principalmente en la hipertensión arterial.
Profundizó en la influencia de la mente sobre el cuerpo y su fisiología, inclusive en los años noventa, estuvo en Alemania presentando su tesis doctoral titulada La mente hiere el corazón y genera constricción, reforzando los conceptos de emociones y estrés como una respuesta fisiológica de supervivencia y su relación con la hipertensión arterial.
Sin embargo, la vida en ocasiones puede pasar fugazmente de la alegría a la angustia y ella sí que sabía de ello. En el último año había tenido una gran pérdida económica y sufrió la muerte de su esposo.
En un instante su cara se tornó roja, sintió palpitaciones, dolor en el pecho, todo le daba vueltas y un golpeteo en su cabeza le indicó que tenía una elevación de su presión arterial, enfermedad que padecía desde hace ya nueve meses.
¿Qué es la hipertensión arterial?
La hipertensión arterial es un trastorno de los vasos sanguíneos que se produce por la fuerza que ejerce el bombeo del corazón sobre las arterias, llevando a enfermedades cerebrales, ataques cardíacos, falla cardíaca, compromiso renal y ocular si no se controla.
Uno de cada cinco adultos tiene hipertensión arterial y puede matarlos silenciosamente.
Puede ser esencial cuando no se identifica un factor causal representando el 95 % de los casos y en un 5 % se define una hipertensión secundaria, donde se hará una búsqueda de alguna causa como problemas hormonales o efectos de medicamentos.
Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay 1.130 millones de personas con hipertensión arterial, causa 9,4 millones de defunciones cada año, siendo más prevalente en países con ingresos bajos, se estima que el 50 % de las enfermedades cardiovasculares se atribuyen a la hipertensión arterial.
La mayoría no presenta ningún síntoma pero puede ocasionar mareo, vértigo, dolor de cabeza, pérdida de memoria, problemas visuales y sangrado nasal.
La presión arterial normal en adultos es de 120 mmHg sistólica, cuando el corazón late, y 80 mmHg diastólica cuando el corazón se relaja.
Tata, durante en los últimos meses de la muerte de su esposo, y sumando los eventos económicos, modificó todos sus hábitos, comenzó a fumar, cada vez más y más, se quedaba horas en su silla y el hacer ejercicio solo estaba presente en los anuncios de los canales de televisión. Aumentó su peso por dejar entrar libremente a su boca múltiples panecillos y papas de paquete con sal y limón. Los pensamientos catastróficos y la ansiedad empeoraban precozmente sus síntomas.
Otros factores de riesgo
La hipertensión arterial se puede exacerbar por otros factores de riesgo como son el estrés, las emociones negativas no gestionadas, el cigarrillo, el sedentarismo, una dieta rica en sal y grasas saturadas, la obesidad, la diabetes y la alta ingesta de alcohol, también la edad y la genética tienen un papel importante en esta patología.
Tata, la médica, quien reconocía su vulnerabilidad solicitó ayuda y comenzó saludablemente un programa para mejorar su salud y crear un bienestar físico y mental.
La hipertensión es una realidad, podemos romper sus cadenas si consultamos periódicamente para tomarnos la presión arterial.
Con acciones como una buena historia clínica, un adecuado examen físico, descartar otras patologías, identificar los factores de riesgo por parte del personal de salud, promover en las personas una dieta saludable rica en verduras, frutas y baja en sal, evitar las grasas saturadas, sugerir la realización de actividad física, gestionar el estrés con relaciones positivas, tomar la medicación ordenada por el profesional médico sin automedicarse, podemos obtener unos resultados positivos y evitar el compromiso cardiovascular.
La hipertensión arterial es silenciosa, nuestra misión es escucharla para crear salud.