Por Juan Camilo Botero, Sintonía de Vida

Sonrío y con un gran abrazo me despido de Nauj, un personaje muy particular que suma y multiplica, no resta, con una empatía arrolladora, quien en momentos difíciles me ha acompañado en esta aventura.  

Nauj lleva un abrigo para protegerse de una temperatura de -10 º C. Me conduce al Aeropuerto Internacional de Niágara, que fue inaugurado el 11 de mayo de 1939 para servir de transporte a la región metropolitana de Buffalo, en Nueva York. Entro a la sala de espera y veo en un monitor pequeño uno de los capítulos de la serie Friends, que narra la relación entre seis amigos que juntos afrontan diferentes situaciones propias de su edad, como los problemas de pareja, la convivencia, las relaciones en el trabajo y sus conflictos familiares con una gran dosis de empatía.

Por el parlante llaman para abordar el vuelo AA 320 con destino a la ciudad de la eterna belleza, y una mujer de estatura mediana con ojos verdes, como las montañas de mi tierra y la empatía de su gente, me invita a pasar al interior del avión y a disfrutar los 4.084 kilómetros de recorrido para llegar a disfrutar de una bandeja típica y una agua de panela de ensueño. Saco de mi bolsillo una libreta pequeña de color azul.  

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Se preguntarán, entonces, cómo comenzó toda esta historia…. ¿Quién es Nauj? ¿Qué fui a hacer a Niágara? Primero profundicemos sobre la empatía.

La empatía es una habilidad para percibir los pensamientos, las emociones o los sentimientos de los demás, convirtiéndose en una fortaleza para la vida social y en comunidad. El ser humano se desplaza a menudo a las zonas urbanas, generando una relación compleja al entrar en contacto con una sociedad con el fin de perpetuar la sobrevivencia, sea desde la cooperación y la solidaridad y en ocasiones desde la rivalidad y el conflicto por tener que cumplir normas y reglas. 

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La empatía permite que en situaciones adversas de dolor o angustia se logre un equilibrio emocional para conseguir apagar dichos sentimientos y encontrar soluciones 

En un estudio publicado por Anna Ratka se evidenció que la empatía, como habilidad blanda para el personal de la salud, es esencial en la relación con los pacientes para mejorar o aminorar los síntomas de cualquier enfermedad y conseguir una buena adherencia al tratamiento médico.

Permítanme continuar mi historia… 

Mi nombre es Olimac. Estoy entre los cuarenta y cincuenta años, me dedico a generar bienestar y en esta ocasión el turno de reencontrarme es para mí.

Compro de una manera fugaz un pasaje para viajar a las cataratas del Niágara, en Buffalo.  ¿Cuál es el motivo? Meditar y enfrentarme a mis miedos, a mis sombras. 

El avión partió un domingo con un clima cálido y fresco. Luego de una parada en Miami y unas horas de vuelo llegó a mi destino. Las personas que me recibieron tienen esa empatía y conexión con un extraño que llegó a encontrarse a sí mismo. Mi reloj marca la 1:00 de la mañana, luego de viajar unas cuantas horas.

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En ese momento se acerca un hombre que lleva puesto un jean añoso, una barba color ceniza y una mirada sensata. Me enseñó un libro escrito por el doctor James Doty y me hace un regalo que lo tendré en mi mente para el resto de mi vida. De su bolsillo sacó una libreta de color azul con un emoticón que tenía una amplia sonrisa y el título era muy contundente: La empatía salva al mundo y te hace recordar que estás vivo … y termina con una frase de Kafka: “La historia de los hombres es un instante entre dos pasos de un caminante”.

La empatía es una llave que abre las puertas del corazón y de la comunicación. Nos permite desarrollar nuestro cerebro social y permite sintonizar con los demás. Es una capacidad para reconocernos, gestionar emociones y estar motivados para sumar habilidades blandas, como es la resolución de conflictos por medio de la escucha, no juzgar pensando que tenemos la razón y que sin justificación nunca nos equivocamos.

La empatía nos enseña el valor de la paciencia y la calma al ralentizar la vida aprendiendo que el tiempo es un regalo para conectarte con tu conciencia y con los que te rodean en el presente. 

En el avión saco la libreta de color azul que tiene un emoticón feliz y del bolsillo de mi jean añoso saco un lapicero naranja. En la mesa un pequeño espejo refleja que mi barba está gris como la ceniza.  

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